lunes, 18 de septiembre de 2017

ASALTOS

¿Asalto, le recuerda a alguna atroz experiencia?

Quizás es usted, o su allegado un ciudadano que vivió la atroz experiencia de ser atacado con la intención de robarle.

Bueno, le informo que ya no sólo le pasa a las personas como usted, ni como yo tampoco, también le pasa a las famosas autoridades del orden en la República Dominicana; es el caso del general Francisco Rommel López, a quien le sustrajeron un fusil, dos pistolas y teléfonos celulares en su vivienda, este es un hecho que revela el nivel de inseguridad ciudadana que afecta hoy al país y que la delincuencia no tiene freno.
La pregunta que muchos se hacen es qué pasó con esos mecanismos de seguridad que no impidieron la penetración de los cacos a la residencia del general López ubicada en el exclusivo Arroyo Hondo, sector que cuenta con vigilancia pública o privada e instalaciones de cámaras de vídeos en muchas de sus calles.
Sí, ese asalto ocurrió contra un general, qué puede ocurrir en las humildes viviendas de nuestros barrios y campos, cuyos moradores solo cuentan con una “tranca” para atravesar las puertas, con simples candados o con los ciudadanos que se desplazan sin ningún tipo de protección por calles y avenidas.
Decenas de asaltos y atracos, muchos con secuelas de asesinatos, ocurren cada día en las calles y avenidas de nuestro país, la mayoría no se reportan a las autoridades y los que se publican en la prensa son aquellos que son calificados como espectaculares, como el ocurrido con el general Rommel.
La inseguridad ciudadana viene acompañada de aumentos a la canasta familiar y a los combustibles, vivir entre la espada a la pared, eso es lo que parece que hacen la mayoría de los dominicanos.
Fuente http://hoy.com.do/policia-ofrece-un-nuevo-detalle-sobre-asalto-a-residencia-general-de-brigada-francisco-rommel-lopez/

DESARROLLO DEL TEMA

El pueblo dominicano está viviendo uno de los momentos más difíciles de su historia en lo que se refiere a la inseguridad ciudadana.  La República Dominicana es el noveno país que registra mayores niveles de delincuencia callejera y violencia en América Latina y El Caribe.

La situación que vive el país en materia de delincuencia callejera empeora cada vez más y las autoridades encargadas de poner el orden se han mostrado incapaces de darle solución al problema.  Ni los desprestigiados “intercambios de disparos, ni las odiadas redadas en los barrios populares, han logrado frenar esta ola de inseguridad.  según la encuesta Nacional de Hogares de Propósitos Múltiples 2015,  72 de cada 100 personas, es decir un 72.2 por ciento tuvieron presente el tema de la delincuencia, mientras que 28 de cada 100 no lo han tenido.


























 Se ha analizado muchas veces que están malenfocando y confundiendo la “tasa de homicidios” con el “índice de criminalidad”, pues son dos cosas distintas, más bien, una es componente de la otra.

Si fuera como piensan -erróneamente- las autoridades, en el supuesto caso de llegar a tener una tasa cero de homicidios, ¿esto significaría que existiría una alta seguridad ciudadana en el país? Por supuesto que no, pues los asaltos, atracos, robos, secuestros, etcétera están por doquier y a cualquier hora del día.
¿Acaso por el “simple” hecho de que no ha habido muertos en algunos asaltos y tan solo heridos implica que no hay “criminalidad”? En el caso en cuestión, la tasa de homicidios no subió por no haber pérdidas de vidas humanas, pero sí se incrementó la tasa de criminalidad.
¿Acaso esa reducción en la tasa de homicidios se debe más bien a la indecisión de algunas autoridades para enfrentar la espiral ascendente de criminalidad para evitar que delincuentes caigan abatidos? Reiteramos otra vez a las distinguidas autoridades que la Tasa de Criminalidad es la sumatoria de todas las infracciones penales que se cometen dentro de un territorio y tiempo determinado dividido por cada cien mil habitantes.
Tasa de Criminalidad = tasa de homicidios + tasa de robos + tasa de atracos + tasa de asaltos+ tasa de robos de vehículos + tasa de secuestros + tasa de heridos de armas de fuego y arma blanca.


De manera que, enfocarse en bajar solo la tasa de homicidios para “aparentar” ser exitosos en sus estrategias de seguridad es de un optimismo falso y peligroso, pues eso es como maquillar a un paciente amarillento que sufre de hepatitis para presentarlo saludable, mientras que por dentro realmente no se combate su afección que terminará en una cirrosis hepática crónica mortal.
Bajo este amplio contexto, las autoridades lucen confusas “copiando” diferentes modelos policiales e implementando medidas rápidas a ciegas y de formas reactivas, cuando en realidad, sin duda, es necesario elaborar puntos de análisis de este complicado fenómeno que no se “cura” con soluciones cortoplacistas ni simples para nutrir los medios de comunicación, sino de procesos planificados de etapas progresivas que observen los distintos ángulos del problema y asumiendo con responsabilidad las enérgicas decisiones que hay que tomar ante un paciente grave de cuidados intensivos.



Ante el actual panorama, son varios los elementos a tomar en cuenta para analizar, si es que las autoridades desean colocar un freno a la escalada de la ola de criminalidad que padecemos, poniendo más énfasis, no solo en las acciones reactivas y disuasivas, sino más bien, en las acciones proactivas o preventivas que sean vinculantes con la misma sociedad a la que sirve y protege, atacando los niveles de corrupción que se profundizaron en recientes pasadas administraciones en la Policía Nacional y poniendo atención, para tomar acción, a las saludables rendiciones de cuentas.